De “La obediencia a la ley es libertad”, Liahona, mayo de 2013, págs. 86–88.
La meta del Padre Celestial es nuestra felicidad eterna.
Sus mandamientos son las instrucciones que nos ha dado para regresar a Él.
Debemos obedecer todos los mandamientos de Dios.
No debemos escoger qué mandamientos creemos que son importantes.
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